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Pardina de Lorés

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La pardina de Lorés parece otro de esos náufragos que la riada del desarrollismo dejó varados en medio del monte, aunque su despoblación es más antigua.  En el lejano 1926 comenzó su proceso de expropiación por parte de la entonces Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, como parte de las repoblaciones forestales que acometía en la cuenca del recién construido pantano de La Peña (ver detalles en "Esmemoriaus").

Conducir desde La Peña a Bernués, punto de partida para Lorés, es ya en sí una experiencia.  Casi en la coronación del puerto de Oroel, la carretera a medio arreglar que llega hasta él es poco más que un capilar introduciéndose por la montaña. De hecho, al llegar al desvío de San Juan de la Peña, un joven tejón recién atropellado y una vaca pastando en medio de la carretera observando curiosa su cadáver me hicieron frenar y pasar despacio entre ambos.  Comprendes entonces dónde estás realmente.

Pardina de Lorés (de izqda a derecha, murete de los corrales, edificios pardineros y pozo)

Tanto Bernués como Lorés se encuentran a una altura de unos 900 msnm, aunque el camino que los une desciende primero a vadear el barranco del río Moro para subir de nuevo hasta la casa pardinera.

También esta pardina es heredera de una larga historia, algo patente al observar el impresionante tímpano que preside la puerta de la casa, originario del monasterio de Santo Tomás que aquí se levantaba.
 
 Tímpano con el crismón típico de esta zona de Sodoruel

Estamos en un prepirineo de ambiente mediterráneo, así que los veranos habitualmente debieron ocasionar carestías de agua.  Es revelador el detalle que aún se observa en el tejado (ver primera foto):las dos canaletas que recogían el agua de lluvia del tejado de losa se unían mediante sendas bajantes e iban a desaguar al pozo.  Eran tiempos en los que ni unápice de ningún recursose desperdiciaba.

Actualmente la presencia humana en la zona se reduce a poco más que los puestos de vigilancia anti-incendios y algún ganadero que lleva las vacas que suelen apacentar por aquí.

 Torreta de vigilancia, rodeada de montes infinitos

De hecho, intenté asomarme al pozo y descubrí que una comunidad había elegido este lugar como abrigo del abrasante sol veraniego.  Un gran grupo de murciélagos me miró entre sorprendido y quejoso, aunque aceptó a salir retratado para el reportaje.

No sé cuanto aguantará en pie, pero realmente me fui feliz de llegar a conocerla.  Otro de esos lugares que se me quedan grabados en la retina bajo la etiqueta de "bonito recuerdo".





Robles milenarios de Etxarri-Aranatz

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En el valle de Sakana y a los pies de la sierra de Aralar encontramos esta joya de ruta.  Está balizado como SL-NA-135 y en poco más de hora y media puedes estar de vuelta, aunque a mi me costó casi el doble, por las paradas a hacer fotos y disfrutar del ambiente.



El robledal es una preciosidad, con muchos ejemplares que serían la admiración en cualquier bosque.  Aquí hay tantos que casi cuesta elegir..., hasta que te das de bruces con un ejemplar de dos "patas", que tranquilamente podía haber servido de inspiración para la novela/película "Un monstruo viene a verme".





Me imagino realizando esta ruta en la noche o en un día de niebla típico de la zona; y entiendo porqué estas gentes creyeron en el Basajaun, en los Gentiles y en cualquier otro ser que tu imaginación quiera crear.





Os dejo unas fotos del ambiente otoñal tan tremendo que había.  Os podréis así hacer una ligera idea de lo que hablo, aunque seguiréis sin poder apreciar el olor a humedad, el canto del mirlo, la visión fugaz del arrendajo, el sonido de la lluvia fina de hojas que caía en el bosque...

Una maravilla.




Robledal de Irañeta (Sierra de Andía, Navarra)

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Al noroeste de Pamplona encontramos el valle de la Sakana, del que ya os hablé al mostraros los paisajes de Etxarri-Aranatz.  En este caso nos quedamos unos pocos kilómetros al este, en Irañeta.

Este valle viene delimitado al norte por la sierra de Aralar y al sur por Urbasa-Andía (en realidad, una especie de inmenso y precioso altiplano).


Urbasa y Andía son parte de una misma sierra, que cambia de nombre a un lado y otro de la falla de Zunbeltz (un punto que sería aprovechado desde antiguo como paso carretero, como muestran las ruinas de la venta homónima).

Beriain o San Donato (1493 m.), cumbre más importante de la sierra de Andía

Aprovechando la visita por la zona me fui a conocer el robledal de Irañeta (SL-NA136), unbosque en el que predomina Q. robur y Q. petraea y que ameniza el comienzo de la subida al puerto de Irañeta, el antiguo camino que sube a lo alto de la sierra.


Inicio del recorrido.  Hombre y paisaje complementados.

La ruta es modestay tal vez con algún ejemplar un tanto abandonado, pero con la luz de otoño el conjunto estaba espectacular.  Ideal para el que quiera hacer rutas con niños o esté de paso por la zona con poco tiempo.  Os dejo unas fotos que lo atestiguan.















Raíces y alas

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Es lo que desearía saber dar a mi hija.

De momento, me gusta presentarle a seres como este abeto.  Querer imitarlos le ayuda adotarse de unas raíces potentes y profundas, a crecer fuerte.  En realidad, creo que son esas raíces las que, poco a poco, irán derivando la savia que alimentará y desarrollará las pequeñas alitas con las que ya nació.

Colaborando en tejer el xilema para esa savia...

Solstitium

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Esta fecha siempre impresionó al ser humano.  Las antiguas fiestas de Yule, Saturnalias... ya celebraban este cambio de ciclo; cuando el sol, tras días en su mínima altura sobre el horizonte, comenzaba a remontar poco a pocoAquellas fiestas fueron cristianizadas en forma de Navidad, así que en el fondo seguimos celebrando lo mismo: la luz venciendo a la oscuridad.




La magia que impregna este momento ha quedado reflejada en las numerosas construcciones que trataron de captar su esencia.  Como la tumba vikinga de Maeshowe, en las islas Orcadas, que tuve la suerte de visitar; o las cercanas (y cristianizadas) iglesias de San Benito de Orante, en nuestro Pirineo.  O Santiago de Agüero, donde este día un rayo de luz ilumina unos minutos una misteriosa figura humana de un capitel...

No voy a poder acercarme a ninguno de estos sitios este año, así que me fui a contemplar un momento del enésimo ciclo en el que el sol vuelve a vencer.  Simplemente observándolo, sin tratar de entender todas estas ideas, haciendo caso al gran Caeiro... 



¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es el misterio!
El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos
empieza a no saber lo que es el sol
y a pensar muchas cosas calurosas.
Pero abre los ojos y ve el sol
y no puede ya pensar en nada
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y todos los poetas. 
 





Seguiremos disfrutando del espectáculo.  ¡Feliz solsticio! 

Alberca de Cortés

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A escasos kilómetros al noroeste de Huesca encontramos la Alberca de Cortés, un coqueto remanso de tranquilidad construido a finales del siglo XV por orden del Castellán de Amposta, máxima autoridad de la Orden de San Juan de Jerusalén en la Corona de Aragón. La alberca represaba aguas del río Isuela, para el riego de las entonces tierras sanjuanistas.




Posteriormente, en la ya cercana fecha de 1879, se incluesta alberca en los riegos dependientes de Arguis, tras la construcción del pantano.  

En la actualidad, pese a la sequía y a la lenta colmatación de su vaso, en un relajante paseo por esta alberca y sus alrededores podremos disfrutar de ánades, cormoranes, garcetas y un sinfin de aves típicas de sotos, como herrerillos, carboneros, petirrojos, mitos y carpinteros; o de arroyos, como la hacendosa lavandera cascadeña, siempre limpiando de insectos los pequeños saltos que ofrece el relieve.

Cormorán levantando el vuelo


Lavandera cascadeña

El sendero de la toallita

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Invierno es una buena época para pasear por los sotos, que suelen amerar los vientos y temperaturas que reinan fuera de la protección de la arboleda.


Parece imposible que ese soto ocre y desvencijado sea el mismo que el vergel húmedo e intransitable por el que caminas en verano.  Pero sus habitantes son los mismos, y además de las docenas de especies de pájaros típicos de un soto, puedes disfrutar asomándote al río y ampliando el desfile con todas las especies propias del río, como garzas, garcetas, gaviotas, cormoranes, gallinetas, andarríos y un largo etcétera.



Cigüeña, garza y ¿garza blanca?

Andarríos



Carbonero



Herrerillo

En una larga caminata por las riberas del Ebro y Gállego me adentré por el Soto de Cantalobos, hasta llegar a una zona con una señal que indicaba "Sendero de la toallita".  Afortunadamente había habido una limpieza previa hecha por Volunta-Ríos, pero quedaba una muestra suficiente de a qué se refiere el cartel.

Las vergüenzas de nuestra civilización quedan ahí colgando, como un árbol de navidad macabro.  A través de colectores pluviales por tormentas, o a través de las depuradoras en casos de avería; estas enormes masas llenannuestras riberas sin aparente solución salvo que, como adultos que somos, comencemos a ser también responsables.  Y ¡ojo! os hablo de toallitas pero también de papel higiénico húmedo, que por todas partes pone que se degrada pero los que trabajan en depuradoras saben muy bien que es falso.

Foto extraída del blog de Volunta-Ríos, donde se muestra el desastre del tema de las toallitas

Y efectivamente, como dice el poeta, todos los ríos van a dar en la mar.  Por si aún os queda alguna duda, os añado un vídeo de lo que ahí sucede.  

Venga va, a ver si entre todos tomamos conciencia de que tiene que quedar algo para las generaciones venideras.  Un poquito de responsabilidad con esta casa, que es de todos...



Los pialones de Bentué

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Escondida entre los repliegues de las sierras de Javierre y Caballera, últimas elevaciones de las sierras exteriores del Pirineo, se encuentra Bentué de Rasal; un recoleto lugar del que ya he dado nutrida cuenta en otras ocasiones.

Llegando a Bentué y sus rallas


Esta vez os quería mostrar unas cuantas imágenes de la impresionante atmósfera que reinaba en el valle uno de esos días que las nubes van y vienen, suben y bajan, dejando lluvia y nieve a partes iguales.

Ermita de la Virgen de la Corona

Y de paso dejar constancia de los pialones, una de las curiosidades de la idiosincrasia de este pueblo, de la cual no he logrado encontrar referencia en parte alguna, ni siquiera en libros como el estupendo Dizionario aragonés de términos cheográficos.   

Vista general de sierra Caballera

A los pies de su ladera norte, Caballera eleva unos últimos minúsculos montículos semipiramidales antes de la pequeña llanurita por donde discurre el río Garona.  Estos pueyitos son conocidos localmente como pialones, y a la curiosidad se añade el hecho de que todos tienen el nombre de alguna Casa.

Detalle de varios de sus pialones

Desde el Pialón de Marzo, en el Camino de los Pozos, hasta el Pialón de Anchela, en el camino que cruza a la Virgen de la Peña de Aniés; los últimos habitantes ocasionales de Bentué conocen sus nombres: Pialón de Fuertes, de Licozán, de Pedrostallo...

Rallas hacia la sierra de Javierre

Antiguamente, todas las Casas tenían ganado, con un número de cabezas que dependía, entre otras cosas, de los pialones (la tierra) que tuviesen; ya que, salvo apaños, el ganado podía correr solo las hierbas propias (aparte del común, claro).  De ahí los nombres.


Como en casi todo lo demás, el tiempo ha desfigurado estos pialones, recubriéndolos de cajicos y pinos; pero antaño supusieron un apoyo más para su economía autárquica.  Hoy encontramos este topónimo disperso por un escasísimo número de pueblos, en ocasiones con el nombre desfigurado... 

Probablemente, conforme perdió su uso, perdió su sentido y finalmente perderá su nombre, porque nadie tendrá necesidad de llamarlo.


Así que aquí os dejo la constancia escrita, por si alguien pasa buscando algo y quiere recopilarlo, ampliarlo, o comentarme más curiosidades.  Que ya sabéis que soy muy dado a recopilarlas.

Bentué, mi pequeño rincón


Al olmo

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En un pequeño parque zaragozano encontré este bonito homenaje al olmo, una especie muy unida a nuestros antepasados y a la que la enfermedad de la grafiosis dejó bajo mínimos. 

Como se puede comprobar, el artífice de la estatua, el ya fallecido Rafael Barnola Usano, además de ingeniero de montesfue una persona con una gran sensibilidad, amante de las más diversas artes.

La obra la forman ocho olmos muertos plantados con las raíces al aire, formando un octógono.  En el centro una pequeña placa con esta bonita dedicatoria obra también del artista:

Al Olmo

"Goliat de hongo enano que hoy te abate
columna y viga del hogar humano
derrochaste poder como magnate
que llega a su crepúsculo temprano.
Enhiesto y orgulloso punta al cielo
fuiste del bosque príncipe y abuelo
mas aquí termino tu vida altiva
y al ver tu ruina de hoy pensar me espanta
que has de vivir aunque de pies arriba
mucho más tiempo que quien hoy te planta" 


Aparte del aspecto deplorable que dan esas tristes pintadassobre una dedicatoria tan bonita, me hizo pensar cuantas obras habrá dispersas por nuestra geografía que pasarán desapercibidas ante nuestros ojos. Cuanto trabajo y sensibilidad ensuciadoso ignoradospor el gran número de personas grises con las que nos topamos en nuestro día a día.

Paisajes flamencos en la ribera

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La última nevada que ha caído en el entorno de Zaragoza capital pintó unas escenas que no desmerecerían ninguno de esos cuadros de paisajes flamencos nevados de los siglos XVI y XVII.



Las nevadas son tan poco frecuentes aquí que no me pude resistir a dar un rápido garbeo por la desembocadura del río Gállego.  Las cardelinas, petirrojos, carboneros o mirlos saltaban tranquilos de árbol en árbol confiados en su camuflaje, pero el blanco los delataba, así que podías disfrutar de su compañía mientras observabas este entorno tan cambiado.  

Me vino a la cabeza la adivinanza del estupendo libro para niños Quiquiriquí de Garabato Books.

"Sábana blanca,
de lino no.
Todo lo cubre
pero el río no".
¿Qué es?


Que disfrutéis de las vistas..








Arguis. Serie |imagen|>(palabras)*10^3

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Inicio una serie aprovechando que el valor de una imagen es mayor que mil palabras, donde iré subiendo alguna foto que me gusta.  ¿El motivo?  Algo que estaba pensando esta tarde..

"No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado, para darte cuenta de cuánto has cambiado tú".  Esta frase, atribuida a Nelson Mandela, me hizo pensar que, efectivamente, puedes volver a un lugar conocido años después y probablemente lo notes distinto.

Arguis.  Cajico y ralla

Aunque el lugar y la época sean los mismos, seguro que apreciamos detalles que en otra ocasión no percibimos, o valoramos el entorno de manera distinta por alguna causa que anteriormente no habíamos contemplado.

El caso es que, siendo la misma realidad, las sensaciones van a depender de nuestro punto de vista.  Al filtrarlo siempre todo a través de nuestro prisma, lo que vemos es nuestra realidad.  Por eso, dos personas distintas nunca verán el mismo paisaje aunque lo estén contemplando juntas sentadas en el mismo banco.

A veces me gustaría saber transmitir lo que, a su vez, muchos lugares me transmiten.  Seguro que lográbamos conservar mejor nuestro entorno.

Entra sin llamar

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Estamos a las puertas del tiempo donde todo se despereza.  Los más avezados; los avellanos, los murciélagos, los almendros o los milanos negros llevaban días avisando.  Pero ya es oficial.  Disfrutaremos del comienzo de un nuevo ciclo..¡tengo ganas de primavera!


Sierra Cebollera

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Frontera natural entre La Rioja y Soria, los enormes valores de esta sierrase encuentran reconocidos y protegidos en el lado riojano bajo la figura de Parque Natural.


Villoslada de Cameros

Os pongo unas pocas fotos de una breve escapada que hicimos hace unas semanas a Villoslada, para que os hagáis una (muy) pequeña idea del paraje.  La comarca de Cameros, donde encontramos este lugar, me sorprendió en todos los sentidos (nunca mejor dicho).  


Río Iregua

En pleno Sistema Ibérico encontramos un paisaje de robles albares, rebollos, hayedos, brezales e incluso, al amparo del Iregua, pequeños bosques riparios de fresnos, arces, olmos de montaña, serbales, mostajos, tilos...  Por cierto, que también vimos unos preciosos ejemplares de acebo cerca de la ermita de Lomos de Orio.




La lista ya véis que es interminable.  Pero como se suele decir, no os puedo mostrar el río.  Lo que véis es una pequeña imagen, sin olores, ni sonidos, ni rastro de otras sensaciones..., mostrando cómo estaba en ese momento. 




 
Si queréis conocer el río, su nacimiento en los Hoyos de Iregua, su tramo alto... tendréis que ir.  Y a ser posible, me dais ideas para otra visita.


Haciendo camino



Azpe, Abellada y Pardina Latorre. La rudeza de la cara norte de Guara

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Volvemos a las andadas, en todas sus acepciones.

Hace mucho tiempo que le tenía ganas a esta parte del valle de Nocito, así que aprovechando esta primavera tan "atlántica", me fui a conocer un par de despoblados y una pardina en la cara norte de nuestra sierra de Guara.

 Abellada (asoma Casa Otín) y cara norte de Guara

Partiendo de Used y en ruta circular, pasas por Azpe, Abellada y Bentué de Nocito, para volver a Used en unas 4 horas.  A ello le añadí mi pequeño vicio, o sea, la visita a una antigua pardina, la Pardina Latorre, hoy totalmente arruinada.

 Used


El camino en estas fechas es una auténtica maravilla.  Desde las aliagas a los saúcos, pasando por miles de flores de todos los tipos, tamaños y colores.  Linos, viboreras, jarillas, amapolas, llantenes o cientos de almohadillitas de saponariasYa digo, un derroche para todos los sentidos.  

 Linum campanulatum, el lino


 Echium vulgare, la viborera


 Helianthemum, las jarillas


Y en todos los sentidos.  En elbotánico podemos mencionar los impresionantes cajicos (Quercus cerrioides, típico del Prepirineo) que jalonan el camino de Azpe a Abellada.  Y en el geológico, el encantador Barranco de Abellada, que nos acompañará desde el pueblo homónimo a Bentué.

 Ofrenda floral que parecía hacerle la naturaleza al gran padre roble



 Preciosa badina de "a Torrosa".  Barrancos por el momento más agradables a la vista que al tacto



Cualquiera que visite estos pueblos (o, como se suele decir familiarmente, lugarachos) comprenderá porqué emigraron en cuanto el "mundo exterior" comenzó a desarrollarse.  Sigue maravillándome cómo pudo mantenerse este estilo de vida hasta mediados del s.XX.

Por cierto, que si queréis conocer algo más de esta zona, os recomiendo encarecidamente dos lecturas:  
"La montaña olvidada.  Despoblados del alto Alcanadre", de Arturo Rodríguez.  Para mi es un libro que, como suele decirse, sino hubiese sido escrito, habría que hacerlo.  Minucioso hasta el extremo sobre una zona totalmente desconocida.
Y "El camino de San Urbez", de Arturo Rodríguez y Oscar Ballarín, del cual ya hablé aquíFundamental para conocer tanto las rutas (en particular en este tramo medio es más que fácil emboscarse) como la historia (igual de olvidada que la de la zona del Alcanadre).  Para mi, ambas zonas definen lo que es el "otro Pirineo", el que no sale en las guías, en donde caminar un día entero sin encontrarte un solo ser (humano).

 Iglesia de Azpe, con advocación a Santiago


Y conocida ya mi "debilidad" por las pardinas, os comento que me acerqué hasta la Pardina Latorre, otra pequeña arruinada construcción que delata los extremos a los que llegaron nuestros antepasados para poder sacar rendimiento a los exiguos recursos.

Los valles que, desde el sur, se esconden tras Gabardiella y Guara(o, si se prefiere, tras las sierras de Belarre y Aineto desde el norte) eran de una geografía tan accidentada que sus recursos únicamente eran accesibles mediante esta combinación de pueblos y pardinas.  El poderse establecer como arrendatario en estas pardinas también era una salida para los hijos no herederos en sus casas de origen.  Así, en el s.XIX encontramos en la cercana Pardina de Ascaso a pardineros provenientes de la potente Casa Blasco deSandiás.

 Pardina Latorre


Desconozco la historia reciente de la Pardina Latorre, pero este caso (como tantos otros), provendría de un antiguo lugar reconvertido en pardina tras ser despoblado.  Según nos cuentan Óscar y Arturo en su libro urbeciano,lo que actualmente conocemos como "Pardina Latorre" sería heredero del antiguo lugar de Portiella.  Dicho lugar (ilocalizado) aparece en textos del Cartulario de Fanlo, del s.XI, relacionado con los circundantes ("Portiella, Bentué y Avellana") y posteriormente, ya en el s.XVII, la pardina era aún conocida como "Latorre del Portillo".  Hoy son unos ojos vacíos más, que miran incrédulos a la montaña.

Historia y naturaleza a raudales en poco más de cinco horas.  ¿Quien da más que nuestro Prepirineo?
A la derecha, ruinas de la Pardina Latorre, siempre mirando a Guara

La sabina de Villamayor

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Hace no mucho leí que en el entorno de Zaragoza, en Villamayor, existía una sabina (Juniperus thurifera L.) cuya edad se estimaba en torno a 2.000 años.  Creo que cuesta ser consciente de lo que supone estar frente a un ser que lleva dos milenios viviendo.  De lo que ha sucedido a su alrededor desde que sus pequeños cotiledones vieron la luz.

La primera vez que fui a conocerla cayó una pedregada (no granizada, no, pedregada) que le dejó a mi coche un buen recordatorio de la visita.  Lo cierto es que los truenos avisaban de la que se acercaba, pero no me esperaba todo lo que cayó después.

El nombre de Monegros ("mons negros") o el del cercano "Monte Oscuro" nos hablan del color que le daban al paisaje las antaño boscosas extensiones de sabinas, enebros (sus primos hermanos, de los cuales ya hablé aquí) y carrascas.

 Duro paisaje de paramera

Los siglos de tala (las mayores cortas se dice que fueron en la época de construcción de la Armada invencible) y las posteriores repoblaciones de Pinus halepensis hacen que escasamente podamos imaginar el paisaje que encontraríamos aquí cuando esta sabina fuese joven.  De hecho, hoy en día el paisaje de esta zona de Zaragoza y los vecinos Monegros es la dura y típica paramera.

Pero yo insistí y mi segunda visita fue ya en un día de alerta amarilla por temperaturas altas.  Es lo que tiene este territorio, que en la misma semana puedes tener alerta por dos situaciones totalmente contrarias.  Son caminos duros de pedalear en días de calor pero, puestos a pensar en positivo, agradezco que la pedregada cayese el día que decidí ir en coche y no al revés. 


Punta del iceberg de la sabina, de 20 m de altura.  ¿Qué se esconderá bajo tierra?

En mi visita no me crucé a nadieÚnicamente unas grajas que salieron volando al llegar yo y una corneja que me miraba desde una tablilla de caza.  Su pico abierto de par en par delataba que estaba haciendo lo mismo que yo, intentar regular como podía su temperatura para soportar el intenso calor.

Bajo su atenta mirada


Como cualquiera de mis visitas a estos ancianos, un encuentro para la reflexión.

Pardina Pequera de Sarsamarcuello

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La pardina de Pequera (no confundir con su homónima en la cabecera del río Asabón) se encuentra en una de las estribaciones de la Sierra de Loarre, en tierras de Sarsamarcuello.

Como en tantos otros casos, puede parecer aislada, pero se encuentra al pie del antiguo camino principal por el que se accedía al Pirineo desde el entorno de Ayerbe.  Para llegar a ella partimos de Sarsamarcuello hacia el castillo de Marcuello y continuamos descendiendo el barranco del Forcallo hacia las foces de Escalete o la Garoneta.  De hecho, la casa de Pequera se encuentra en la bifurcación del camino a la Foz de Escalete con el que se desviaba hacia la Foz de la Garoneta, pasando por la Pardina de Casablanca.

Por cierto que, además de la casa principal de Pequera, antaño hubo dos edificaciones más, que se encontraban un poco más abajo, en el camino hacia Escalete.  Eran conocidas como Casa Moreno y Casa Lucía.


Parajes olvidados

Los pardineros de Pequera fueron siempre propietarios.  Los más antiguos de los que tengo constancia fueron el matrimonio formado por Vicente Dieste, natural de Riglos y Eusebia Gracia, natural de Arguis.  La debieron comprar al casarse, ya que los padres de Vicente Dieste no vivían ahí.  Vicente y Eusebia sí vivieron en Pequera, donde nació su hijo Valentín Dieste Gracia en 1906.  El resto de hijos nacieron ya en Linás de Marcuello, a donde se trasladaron tras vender Pequera. 

La pardina pasó entonces a ser habitada por el nuevo propietario, Aniceto Bailo Omella, nacido en el último cuarto del s.XIX en el seno de una familia que económicamente no estaría mal, ya que al menos dos hermanos de su madre, constaban como trabajadores del gremio sanitario.  En 1890, Andrés Omella Mairal era ministrante en Triste y Mariano Omella Mairal era médico cirujano en Jaca.

En Sarsamarcuello aún recuerdan ver como, tras fallecer Aniceto, bajaron el ataúd en un mulo desde la pardina.  La pardina pasó entonces a la siguiente generación, a quienes les tocó vivir la peor parte, la de la Guerra Civil y posguerra, cuando les quemaron la casa y les quitaron las vacas.
 
Ruinas de la casa, reconstruida a principios de los años 40

Y es que, tras la Guerra, todas estas sierras fueron zona de escaramuzas de los maquis, con las consiguientes represalias de las fuerzas del orden a los habitantes del lugar a quienes, más tarde o más temprano, se les acusaba de no colaborar para acabar con el problema.  Los maquis por el día se escondían en la sierra y por la noche bajaban a dormir a la zona de la ermita de Marcuello.  Cuentan que tenían un código de “piedras apiladas” al pie del camino para avisarse de si la Guardia Civil estaba por ahí o el camino estaba libre.
 
En Sarsamarcuello recuerdan cómo un día mataron a uno y lo bajaron a hacerle la autopsia (¿?) encima de las piedras de la muralla de la iglesia.  Los críos se asomaban a mirar y la Guardia Civil los echaba.

También recuerdan que los pardineros estuvieron un tiempo sin volver, pero finalmente regresaron y, mientras recontruían la casa, se establecieron en una choza, en la que vivían con dos bueyes, pollos, etc.  No obstante y pese a reconstruir la casa, en los años cincuenta abandonaron la pardina.  Comenzaba el fin de un mundo.

Los cajicos de Botaya y Bernués

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En el llano de San Indalecio, casi en la misma puerta del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña, encontramos los conocidos como "Cajico de Botaya" y "Cajico de Bernués". 
  
 Cajicos de Botaya y Bernués

Su apellido proviene de que eran dichos pueblos los que tenían el derecho de usarlo como lugar de reunión el día de la romería de San Indalecio.  Hablamos del Voto a San Indalecio, celebrado por primera vez en 1187 por 238 pueblos del piedemonte (y redolada) de San Juan de la Peña.  Más de 800 años después y tras haber desaparecido muchos de aquellos lugares, todavía superan el medio centenar los pueblos que conservan esta preciosa tradición.

Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña, con el hermoso telón de fondo de Oroel

Esta maravilla de cajicos, con más de tres siglos a sus espaldas, habrán vivido los buenos tiempos en los que ambos pueblos, antes de que la despoblación los diezmase, se sentaban a su sombra mientras toda la pradera se llenaba de romeros, cruces y estandartes.  Tradición que, seguramente, fue transmitida por el imaginario colectivo desde la antigüedad, cuando los concejos se reunían bajo un árbol característico para tratar sus asuntos. 


Cajicos de Bernués y Botaya

En la actualidad ya no conservan dicho uso en la romería y, de hecho, se encuentran vallados.  Incluso aunque nuestro comportamiento con ellos sea respetuoso, el estar en un lugar tan turístico hace que las continuas visitas acaben apelmazando el suelo, por lo que la lluvia no penetra y el estado del árbol acaba empeorando.  Ciertamente, en muchos casos estos árboles pueden ser víctimas de su propio éxito, así que debemos ser conscientes de la suerte que tenemos disfrutando de estos ejemplares y aprender a respetarlos.
 
Y colaborar en que no se pierda su historia.  En eso estamos.



Nota: Para saber más sobre tradiciones en torno a los árboles y muchos otros relacionados, podemos consultar los libros de "Arboles de junta y concejo" y "La memoria del bosque", de Ignacio Abella.

San Juan de la Peña. Un paseo por la cuna del Reino de Aragón.

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San Juan de la Peña es otra de esas montañas que, desde el principio de los tiempos, han sido objeto de veneración y respeto por parte de los pueblos circundantes.

Los sucesivos pobladores de estos montes, mediante un perpetuo proceso sincretizador, fueron transformandolas primigenias cuevas y manantiales objeto de culto en lugares de veneración a sus respectivos dioses, llegando finalmente a nosotros cristianizados en forma deinnumerables ermitas y templos: el monasterio viejo de San Juan de la Peña, San Salvador, Santa María de Gotolas..... 

A su vez, el impresionante ecosistema que circunda el monasterio (merecedor de reconocimientos como Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel), fue otrora un paisaje profundamente humanizado, algo que salta a la vista a un mínimo que nos fijemos en nuestro caminar).
 
Vistas hacia San Salvador (1.547 msnm), con su ermita y Cuculo (1.549 msnm)

La bonita excursión que disfruté hace unos días tenía como origen y destino el pueblo de Santa Cruz de la Serós, pasando en su trayecto por los picos Cuculo y San Salvador y los monasterios Nuevo yViejo de San Juan de la Peña en poco más de 6 horas de deleite ininterrumpido.

Pude, además, disfrutar de una buena comida de alforja en el llano de San Indalecio, al lado de dos hermosos cajicos, mientras un parde herrerillos capuchinos y varios trepadores azules saltaban a mi alrededor, mirando mi bocadillo con descaro.

Canal de Berdún y Oroel, con sus estribaciones hacia San Juan de la Peña

La primera parte de la ascensión se interna en un bosque que alterna el paisaje de boj mediterráneo con el de haya atlántica, con un preciosotramo final en el que abunda la madera muerta y se observan y sienten innumerables señales de la presencia de picos (picapinos).  

Tras salir al pastizal de las cumbres descubrimos que esteverano, pese a lo avanzado de la estación, nos ofrecía un paisaje de numerosas especies aún en flor, destacando los grandes tapices amarillos de erizón (Echinospartum horridum).  

Brillantes ramilletes de Sedum acre en los pastizales de las cumbres

Tras hollar las dos cumbres, me dedico a contemplar el paisaje que se extiende al solano de sus acantilados.  Estos parajes siempre me han cautivado (como se puede deducir si pensamos en que acabé escribiendo el libro sobre las pardinas), así que me cuesta enlazar varios pasos sin parar a repasar adónde va a parar tal barranco, qué pardina puede ser esa silueta....  

Pardina de Esporret, delante de la inmensidad prepirenaica

Desde lo alto del acantilado rápidamente divisamos antiguas pardinas propiedad del Monasterio hasta su Desamortización.  Al pie del antiguo camino de Arbués a Botaya aparece la pardina de Esporret (pronunciado Esporré), heredera del desaparecido Esporret (otro de los lugares que figuraba en 1187 acudiendo al Voto a San Indalecio)Antes de llegar a Botaya, ese mismo camino atravesará las pardinas de Botayuela y Botartar.

Restos de la ermita de San Climent (a la derecha), entre Botartal y Botayuela.


Botayuela, que como se deduce del nombre debió ser una especie de Botaya en pequeño, es heredera también de otro antiguo lugar devoto de San Indalecio (¿pudo la cercana ermita de San Climent ser la parroquial de aquel lugar?) que acabó convertido en pardina propiedad de los flaires.

Botartar, en cambio, no parece provenir de ningún pueblo previo, pero lo cierto es que tenía su propia ermita, Santa María de Botartal; e incluso su paso "propio" hacia San Juan de la Peña.  Parecerá imposible, pero a través del Achar de Botartal(1) y mediante caballerías se llegó a subir el carbón que se hacía en las caveras(2) de Botayuelapara cargarlo en San Indalecio.


Antiguos términos de Botayuela y Botartar.  Fuente: IGN.

Lo cierto es que Botartal fue término municipal de Abay y, al menos originalmente, propiedad de Custodio Sarasa, vecino de Ascara (el que la compró en la Desamortización).

Perdido entre estos pensamientos y lo que la naturaleza me va ofreciendo a mi paso, el paseo por el alto de los acantilados se me hace corto.  El camino me llevará hasta el monasterio nuevo y finalmente el viejo (el Real Monasterio, declarado Sitio Nacionalpor Alfonso XIII), donde descansan los restos de diversos monarcas y nobles, entre los que destacan Ramiro I, Sancho Ramírez y Pedro I.

Cuervo al borde de los acantilados de la sierra



Impresiona reflexionar en la cantidad de poder que llegaron a tener los monjes de este monasterio y en cómo desde lo alto de sus acantilados se divisaba todo el territorio que regían.  

Hasta los mismos mallos de Riglos y Murillo parecieron haber sido colocados por los monjes, un portillón de entrada en la muralla natural que protegíasus antiguos feudos. 

Mallos de Riglos y Murillo, cerrando el Pirineo.  Al fondo, la Hoya de Huesca


(1) Achar: nombre que recibe un paso entre montañas, generalmente muy empinado y pedregoso.
(2) Cavera: Palabra altoaragonesa para designar las carboneras, los hornos donde tradicionalmente se hacía el carbón.  El dato se ha extraído del libro de Enrique Satué, "Ajedrezado jaqués.  La tradición oral del piedemonte de San Juan de la Peña según Domingo Gavín Pérez".

Pardina de Santa Quiteria o Estaún

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La toponimia de esta recoleta pardina es un poco confusa, ya que en Javierrelatre el lugar es conocido como pardina de Estaún, mientras que en Rasal (muy unido a la historia de esta pardina) lo denominan pardina de Santa Quiteria.


Para mayor enredo, al norte de Escusaguas (al este del lugar que nos ocupa), encontramos en los mapas del IGN otra "pardina de Estaún"(1). La confusión es debida a que ambas fueron propiedad de Casa Estaún de Lasieso.



Pardina de Estaún / Santa Quiteria
 
La vivienda de esta pardina se encuentra en el centro de una “T” que forman los núcleos de Javierrelatre, Anzánigo y Rasal y en término del primero; por lo que podemos acceder a este enclave desde cualquiera de estos tres lugares.


Probé el camino desde Anzánigo, remontando el Gállego por una bonita senda; y también desde Rasal, cruzando la sierra y descendiendo por el paco hasta toparme con la casa.

Río Gállego, en su lento discurrir de Javierrelatre a Anzánigo


Es un grupo de tres edificios, estando uno de ellos en bastante buen estado (al menos en lo que se veía desde fuera), aunque la cantidad de artos que rodean los edificios hace imposible intentar adentrarse. El resto está en ruinas.


Ruinas poco accesibles el día de mi visita

En los años 40 los pardineros eran la familia Ara Pérez, de Rasal. El amo, conocido como "Gaimoné" por ser de Casa Gaimón, se había casado con una hija de Casa Maifons y allá fueron, matrimonio e hijos; a una ladera que hoy ya solo contemplan los escasos viajeros del canfranero; pero en la que entonces no solo estaba Estaún, sino también la Pardina Marieta (era propiedad de Casa Marieta de Estallo), se sembraba, se carboneaba...



Solitaria casilla del ferrocarril, antaño también habitada

La persona que me lo contaba era familia de los pardineros y recuerda que, siendo niña, un día visitó la pardina. Habían salido pronto de Rasal camino de Anzánigo, para comprar unos zapatos nuevos para su comunión. Anzánigo en aquel entonces tenía algún comercio, al que acudían desde lugares a más de tres horas andando.

Antiguos campos ya irreconocibles


También a este pueblo acudían al colegio; no solo los niños de Santa Quiteria, sino también de la pardina Salamaña o de la central eléctrica.  Más de uno se quedaba a comer en Casa Lavedán de Anzánigo.

Impresionante pardina de Salamaña

Tras estos pardineros aún vivió otra familia provinientes de Loarre, que estuvo varios años hasta que decidieron probar suerte en otra pardina.  Unos pocos cientos de metros más abajo y en la otra margen del Gállego, un pequeño sendero remonta el barranco del río Moro hasta llegar a la casa de la pardina Salamaña.  Un magnífico y robusto bloque encalado que debió ser digno de admiración en sus buenos tiempos, y en los que los nuevos pardineros vivieron hasta que, como en tantos otros casos, abandonaron este estilo de vida para asentarse en un pueblo.   

Pero esa es otra historia.
Salamaña.  Paradójicamente, los yezgos acabarán por comerse el yerbero


(1) Esta otra pardina existía desde antes de 1845 ya que, según el Catastro de Madoz, el término de Layés lindaba por el este con "pardina de Estaún".  Por otro lado, en los amillaramientos de Javierrelatre de 1863 constan:


      - Antonio Gavín Betrán, "el tintorero". Vecino de Rasal. Propiedad en Santa Quiteria con una cabida de 84 fanegas de cereal (19 f de 1ª, 15 f de 2ª y 50 f de 3ª), 1650 fanegas de “Inculto a pastos” y 70 fanegas de “infructuoso”.


     - Juan Benito Pérez, de Lasieso. Propiedad en Santa Quiteria con una cabida de 175 fanegas de cereal (24 f de 1ª, 51 f de 2ª y 100 f de 3ª) y 3342 fanegas de “Inculto a pastos”.




Pardina de la Corona

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Cualquier amante del Prepirineo sabe que Sodoruel es un territorio duro.  Duro y gozoso al máximo.

Decidí conocer la Pardina de la Corona partiendo de Latrás, tierra de nuestro turbulento Lupercio; remontando el barranco de Casa Baja y disfrutando de senderos desconocidos.  Peropasar el díarefitoleando por estos territorios tiene, además de muchos pros, algún inconveniente.  Es decir que hay que tomar cierta actitud de jabalí para no tener una mala experiencia, porque es cierto que es un territorio tan bonito como áspero.  

Barranco de Casa Baja

Un GPS es imprescindible en estas condiciones, así que decidí armarme con los tracks de Beorlegui que, visto lo visto, está más loco que yo (por este territorio, se entiende). Lo único que incumplí (y que a la postre me condicionó toda la excursión) fue lo que siempre reprocho: comenzar a andar tarde.
 
El primer tramo asciende por una pista paralela al barranco, a la vista de unas pozas que debería haber aprovechado y erróneamente decidí dejar para la vuelta.  Pero la pista se empieza a ensuciar (= a complicar), y tras cruzar un pequeño pinar de repoblación a medio limpiar, entro en una estrecha senda por la que, a tramos, no tengo claro cuantos seres vivos transitan a lo largo del año.  Desde luego, a dos pataspocos.  Y racionales, ninguno.

Una mirada al camino dejado atrás

Finalmente, con un impresionante calor y arañazos varios, llego a la Pardina de la Corona y desisto, tanto de llegar hasta la cercana virgen de Ubieto, como de volver por el mismo sitio (¡adiós baño en las pozas!).  

Pardina de la Corona

Bonita vivienda de pardineros en un inspirador emplazamiento, más aún en este verano que va retrasado y, en pleno julio, sigue remedando una frondosa primavera.  

Me sorprendió la temprana fecha de 1723 inscrita en el dintel de la vivienda, inusual en la gran mayoría de pardinas.  Por cierto que el dintel de la ermita de Ubieto está fechado en 1739.  Parece que por estas fechas se estaba renovando la zona.

Bonita vivienda de pardineros, con las jambas de la puerta a medio robar

En su historia reciente fueGastón de Jaca el dueño de la pardina Corona y la cercana Viscasillas (no en vano, era apodado "Gastón sietepardinas").  Aunque no dispongo de los datos, entiendo que pasarían a ser compradas por el Patrimonio Forestal del Estado puesto que, como tantas otras, fueron ampliamente repobladas de pinos y actualmente son propiedad de la Comunidad Autónoma de Aragón.

Viscasillas es heredera del desaparecido lugar de Bescasiella, pero la pardina Corona no tengo claro que tenga historia previa (el desaparecido lugar de Obeto, donde está la actual ermita de Ubieto parece demasiado cercano como para que hubiera dos pueblos).  En su etapa final, ambas pardinas parecieron tener más relación con Orna (ahora término de Sabiñánigo), pese a ser (actualmente y tras las numerosas fusiones) término de Caldearenas.  No obstante, en un par de visitas a Orna no he logrado dar con nadie que me dé señas de quién pudo vivir en estas pardinas, así que os dejo aquí esta historia por si alguien sabe algo.
 
Término de las pardinas Corona y Viscasillas.  Fuente: IGN.

En cuanto a mi excursión, tras la Pardina de la Corona decidí bajar por pista hasta Orna de Gállego, visitando previamente la Pardina Viscasillas y, por fin, por camino y carretera volver a Latrás.  

Eso sí, os advierto que hay varias pistas forestales que no aparecen en los mapas, por lo que nuevamente recomiendo preparar la ruta en GPS para no acabar, bajo el implacable sol de las dos del mediodía, dando vueltas por pistas sin ton ni son.  Como uno que yo me sé.

Pardina de Viscasillas, totalmente comida por la vegetación

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