En las últimas entradas he escrito sobre varias joyas de las que podemos disfrutar en nuestra redolada: Aztaparreta, la Pardina del Señor, etc; así que voy a aprovechar que aún está el tema "caliente" para contaros alguna cosilla más sobre estos bosques.
Cuando alguna vez oímos hablar de "bosques viejos", casi nos los podemos imaginar habitados por antiguos seres mitológicos, como hadas, gnomos, duendes o trasgos.
Cuando alguna vez oímos hablar de "bosques viejos", casi nos los podemos imaginar habitados por antiguos seres mitológicos, como hadas, gnomos, duendes o trasgos.
Estos nombres nos resultan evocadores tal vez porque nuestra historia, la del ser humano, está indisolublemente ligada al bosque. Porque desde que nos separamos de otros primates hasta prácticamente la actualidad hemos vivido en un bosque.
Y tal vez también por eso el verbo buscar provenga de ir al bosque. Porque hasta hace muy poco, si querías encontrar algo, seguro que estaba en el bosque. Por eso, ibas a buscarlo.
Y tal vez también por eso el verbo buscar provenga de ir al bosque. Porque hasta hace muy poco, si querías encontrar algo, seguro que estaba en el bosque. Por eso, ibas a buscarlo.
Esta es la imagen de un bosque viejo: Pies grandes, pequeños, diversidad de especies y madera muerta
Cualquiera que haya estado en un bosque viejo, aún sin saber porqué, se da cuenta de que está en un lugar distinto. Pero, ¿qué hace que un bosque sea viejo? ¿que características tiene? (más bien, qué características le ha conferido el ser humano, que tiende a ordenarlo todo, ya que el bosque, simplemente, es)
Porque si queremos preservar algo, primero debemos saber qué elementos tiene, para así comprender qué lo puede atacar y por tanto, como podemos protegerlo. Cómo evitar esos ataques.
Precioso bosque de ribera, con el desborre de álamos y chopos cubriéndolo todo.
Lo primero es recordar que, realmente, en Europa central y occidental es casi imposible encontrar un vestigio de lo que podría ser un bosque virgen, inalterado. En cambio, sí podemos encontrar aún bosques viejos.
Podemos definir rápidamente un bosque viejo con 3 características:
- Estaremos ante un bosque mixto. A lo mejor estaremos pensando mayoritariamente en un hayedo-abetal, pero habrá otras especies como tejos, olmos de montaña, arces, etc.
- Habrá pies de todas las edades. Veremos grandes y viejos árboles, entremezclados aleatoriamente con otros de todas las edades y tamaños.
- Mucha presencia de madera muerta. Tanto de árboles en pie como caídos, es un buen indicador de este tipo de bosques.
Tronco muerto convertido en un auténtico "vivero" de todo tipo de plantas, en Añisclo
Esas son las características que otorga la naturaleza a un bosque cuando se la deja hacer, cuando el hombre no interviene con su motosierra o con una carretera.
También hay que aclarar que un bosque de estas características se encuentra siempre en un equilibrio dinámico. Es decir, que si paseásemos por un bosque virgen en estado óptimo, en unos años lo veríamos en estado terminal, para pasar al declive total, volver a rejuvenecer y obtener de nuevo una etapa inicial, previa la óptimo. Entre ambos óptimos pueden pasar 300 años.
La apertura del dosel permite un mejor desarrollo de las plántulas de eléboro que aguardaban bajo la hojarasca
¿Por qué ocurre ese ciclo?
Como comentamos hace varias entradas, cualquier ecosistema está sometido a perturbaciones. Pueden ser perturbaciones pequeñas, como el viento, un rayo, un pequeño alud; o grandes, como un incendio o un gran alud.
En cualquiera de estos casos, la caída de árboles provoca aperturas en el dosel, que dejan entrar la luz y permiten el desarrollo de nuevas plantas. Las plantas heliófilas (amantes de la luz) crecerán, y a su vez, permitirán el desarrollo a su sombra de plántulas umbrófilas (amantes de la sombra). Estas umbrófilas probablemente acabarán dominando a las primeras y volverán a constituir la cubierta del bosque.
Imaginad este ciclo repitiéndose en distintos momentos y por distintos rodales del bosque, y tendremos un bosque totalmente heterogéneo, como un mosaico. Así es un verdadero bosque viejo, con pies de todos los tamaños.
Aztaparreta. Es importante no retirar los árboles muertos caídos.....
En cuanto a la madera muerta y por poner unos números, en Aztaparreta (del que ya hablamos en otra ocasión), hay hasta 127 m3/Ha de madera muerta; en comparación con los 5 m3/Ha que puede haber en un típico bosque gestionado o los 190 m3/Ha que pueden tener los bosques vírgenes de la República Checa.
Esta madera muerta no supone ningún problema sanitario que el bosque no pueda solucionar por sí solo. Es más, precisamente esta cantidad de madera muerta hace que proliferen gran cantidad de organismos que no encontraremos en otro tipo de bosques.
....pero también es importante no retirar los árboles muertos en pie
Porque además de la riqueza inherente a toda la flora mencionada, debemos añadir la fauna específica de los bosques viejos. Fauna que durante milenios se ha ido especializando en vivir en este tipo de hábitats, y que ha ido desapareciendo conforme ha ido disminuyendo el número de bosques no gestionados. Principalmente nos referimos a insectos saproxílicos, pájaros carpinteros, murciélagos forestales y algún que otro mamífero.
Los insectos saproxílicos se alimentan de madera muerta en sus distintas formas. Pese a que los nombres nos suenen extravagantes, son viejos conocidos de los naturalistas: los típicos cerambícidos Rosalia alpina de los hayedos o Cerambyx cerdode los robledales; lucánidos como el Ciervo volador, cetónidos como Osmoderma eremita y un largo etcétera de escarabajos varios.
Dos cerambícidos sobre Asphodelus
Otra familia típica de estos bosques son los pícidos (pájaros carpinteros). Su forma de vida está tan unida a estos bosques que el Pico dorsiblanco prácticamente vive acantonado en hayedos navarros con alguna cita en Ansó. ¿Quién no se ha quedado parado alguna vez en el bosque a disfrutar del sonido del repiqueteo de estos pájaros en los troncos?
Chopo en descomposición en un bosque de ribera
Otros grandes afectados por la disminución de los bosques viejos son los murciélagos (quirópteros), ya que hay varias especies estrictamente forestales(Pipistrellus nathusii, Myotis bechsteinii, Barbastella barbastellus, Plecotus auritus, Nyctalus sp.). Estas especies usan como refugio los huecos hechos por los pícidos; oquedades provocadas por podredumbres o grietas diversas que podemos encontrar en los árboles.
Por supuesto, no es lo mismo un tronco caído en un bosque de repoblación de Pinus halepensis en pleno valle del Ebro, que un bosque de hayas en Ordesa; que se asemeja más a un bosque templado. Aún más, como ejemplo, en las sacas que se autorizan en hayedos navarros, se están empezando a talar hayas vivas, manteniendo la madera de las hayas muertas; precisamente como medida para proteger la fauna especializada en vivir en este tipo de hábitats.
A los pies de un precioso castaño trasmocho, en la Sierra de Gata. Hay que transmitir el valor de estos bosques a las nuevas generaciones...
Por eso, creo que es necesario concienciar a la gente de que un matorral espeso o un tronco caído en un bosque, no es suciedad que haya que limpiar, sino que forma parte del mismo bosque. Es decir, que a veces se repite eso de que "el bosque está sucio" sin pensar serenamente qué significa eso.
Lo único de lo que tenemos que preocuparnos es de que la suciedad no la aportemos nosotros, porque en la mayor parte de casos, lo que hay que hacer es tan fácil y tan barato, como simplemente dejar que la naturaleza siga su curso.